Hoy el cielo sigue blanco y digo sigue porque lleva así desde el viernes. Ha nevado un poco en Londres y parece que eso ha traído cambios. El primero, catarro-catarrín-catarrán.
Primer día, viernes, un poco de histeria colectiva en el ambiente infantil, con sus respectivos cierres de colegios y profesoras y madres dramáticas.
Pero sábado y domingo han resultado de lo más tranquilos. Bonitos.
Venía comentando últimamente que no veía suficientes cosas bonitas en este país. Quise explicarlo más, pero mi compañera me entendió sin necesidad de añadir mucho más.
Todavía no sé bien a qué me refería, pero supongo que los bellos estímulos sensoriales a los que estoy acostumbrada han menguado un poco aquí.
¿Los paisajes? ¿La vegetación? ¿Los edificios? ¿Los olores? ¿Los ruidos/voces? ¿El ritmo?
La luz. La luz es distinta. Pero ahora, aprovechando que el cielo es algodonoso, la luz es más clara y todo desprende blancura, echo algunas fotos, que quizá esto me cargue por un tiempo más.