Bonita tiene que ser una ciudad para que yo, con la boina que tengo de gironina y después barcelonina, la baraje como posible lugar de jubilación.
Si digo que me encantó todo, parece que no me mato mucho al describirla, pero no me quedo corta. Como dijo un familiar mío cuando hablábamos de ella, “Lisboa tiene el encanto de la decadencia.”
Sus colinas, a veces interminables, te regalarán unas vistas preciosas al final de tu caminata. O si lo prefieres, tu experiencia en tram.
Con más de 17 miradores, escoge desde donde echar la mejor foto. Mirador de Graça, Mirador de Santa Lucía, Mirador del parque Eduardo VII, Mirador del Castillo de Lisboa…
Siempre intentando avistar el famoso Ponte 25 de abril.
No dejes de perderte por sus calles y pasajes, con sus luces y sus sombras.
Y disfruta de sus gentes, cultura y frutos de ella. Como su pescado, su vino o sus pastéis de Belém.
Torre de Belém
No recomiendo nada y recomiendo todo.
Viejuna, cálida, amable, fuerte y bonita. Disfrútala.