La voz que no se calla

No cabe duda de que podría escribir primera, segunda y tercera parte de un libro sobre este tema. De hecho, seguro que se ha hecho ya. Y es que la voz que no se calla, tu “yo consciente” que voy a llamar conciencia, se las trae.

El número de horas que está activa, varía en cada persona y día, pero pongamos que de media son 17 horas al día. Luego ya viene el insomnio, el aburrimiento, los niveles de actividad…

El otro día hablaba yo con mis tíos de ella y los curiosos modos que uno tiene para callarla, cuando está harto de oírse. Empezó esto por el comentario de un joven que necesitaba la tele de fondo al llegar a casa, para no hacerle pensar en cosas. Yo, la verdad, me horroricé con la idea y me quedé con la copla, aumentando el nivel de actividad de mi impertinente, a veces, voz interna.

sombras de una loca

Pues bien, mi tío decía que nos tendrían que explicar de bien pequeños a hacerlo. ¿A hacer qué? A llevar el control de tu conciencia, de tu mente pensante. ¡Eureka!

Todo esto puede sonar muy abstracto, pero voy a poner un ejemplo:

Estoy en una reunión de amigos, todo el mundo se lo está pasando bien, pero yo veo que Fulano y Mengano  se apartan del grupo y empiezan a cuchichear. Mi mente ya ha hecho un prejuicio basado en la experiencia, de que Fulano y Mengano hablan mal de otra si me han demostrado antes que lo hacen. Si Fulano y Mengano son gente 10, hasta incluso puedo pensar que están evitando el tumulto para tener una conversación más íntima sobre un problema familiar.

Pero vuelvo al principio. Fulano y Mengano cuchichean, hablan mal de los asistentes en un rincón. Yo, a parte de encontrarlo de extremo mal gusto, trendré el runrun,la voz interna que no calla, a tutiplén. Mis pensamientos pueden ir desde el tema del que hablan, a la crítica de su indumentaria o a la mental deposición en alguno de sus familiares. Sí, puede ser así. Mi pensamiento, 150% activo, puede ser muy negativo y destructivo. ¿Cómo lo callo?

A mi, que me han educado en valores cristianos, podría pensar cosas sobre el estilo: No sabes de lo que hablan, no juzgues. Hay que perdonar, no se lo tengas en cuenta. Empatiza.

¿Pero cómo lo callo con totalidad? Creo que diciendo: “A mi plín, yo duermo con pikolín”.

En una situación diferente donde sí hablen de ti o donde nadie habla de nadie, sinó que tu mente se encuentra sola y con necesidad de diversión, atención, comprensión, aceptación immediata… y tú te ahogas entre los gritos de tu yo interno, del que ya no puedes controlar más el volúmen… ¿Qué tienes que hacer para callarla? Creo que diciendo: “A mi plín, yo duermo con pikolín”.

Mi querido hermano el otro día se refirió a esto como ser muy del siglo XXI. Que me corrija si lo digo mal, pero me pareció entender que se refería a la necesidad continua de estar “conectados”, de estar rodeados, de estar comunicados, de estar “enchufados” (léase como se quiera). Sí, parece una adicción. Suena como tal. Nada que ver con los tiempos donde la gente estaba con gente, se sentaba en un salón, tocaba el piano o jugaba a la brisca y escribía cartas.

Qué tal si nos acostumbramos más a estar dentro nuestro, con nosotros mismos. Qué tal si nos escuchamos, calmamos nuestra voz interna, nos perdonamos, nos ponemos las pilas y nos mejoramos. Cierto es que somos seres sociales y dependemos de los que nos rodean, pero, qué tal si nos damos el privilegio de entendernos a nosotros mismos primero. Así, nuestros excrementos vitales serán menos tóxicos y malolientes.

Ya si a todos nos enseñaran esto de pequeños sería la repera. “Tú, niño, ahí, tranquilito. Abúrrete, qué haces, qué quieres y por qué”.

rompe el móvil

Shhhh… Silencio, por favor.

 

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