Nuestra aventura en Lanzarote fue justo antes de la Semana Santa del 2022, a principios de abril, así pudimos coger billetes de avión y alojamiento bastante más barato que la semana siguiente. Esa es la suerte de poder viajar fuera de temporada alta y sobretodo teniendo hijos mayores de 2 años, que cada billete suma.
La temperatura se mantuvo sobre los 20ºC; algunos días de lluvia, otros de más sol, pero el viento es algo común en la isla.
Nos informamos más bien poco sobre lo qué hacer y llevábamos algunas recomendaciones de amigos, aunque siempre abiertos a lo que encontrábamos o lo que surgía, como una laringitis aguda en nuestra hija menor el segundo día de las vacaciones.
Aquí te resumo día a día lo que vimos e hicimos.
Día 1. Jueves. Salida muy temprano desde Barcelona, vuelo directo a Lanzarote. Recogimos el coche de alquiler, que como siempre, en una isla, mejor reservarlo con antelación, y nos dirijimos hasta Arrecife, donde nos hospedábamos. Esta vez, en un Airbnb espectacular; ya por las fotos prometía mucho, pero una vez allí el apartamento soprendre porque es muy grande y lleno de comodidades, con vistas al mar desde el salón y habitación. Apenas cruzando la calle, teníamos la playa del Reducto. Llegamos al apartamento y dejamos las cosas, descansamos un poco y volvimos a salir a explorar los alrededores.
Tomamos la carretera central de la isla, dirección sud, y nos paramos en Yaiza, en el Bar Stop, para empezar a probar la gastronomía típica de la isla; papas “arrugás” con mojo picón, cosa buena, buena.
Día 2. Viernes. Todo el día planeado alrededor del Parque de Timanfaya, al que mejor llegar antes de las 9:30 de la mañana para no hacer colas intermimables. Antes de llegar a la Montaña del Fuego con tu propio coche encontrarás trabajadores del parque que cobran la entrada, 12€ por persona, los menores de 7 años no pagan. Al llegar arriba, hay que aparcar el coche y te dirijen a un autobús. En autobús se hace el tour por los volcanes con una audioguía en español, inglés y alemán, y dura unos 50 minutos. El paisaje es espectacular, restos de lava por todos lados, como si estuvieras en otro planeta.
A parte del tour en bus, hay servicio de bar y tienda de recuerdos. Los trabajadores del parque también hacen una demostración de como se activan los géisers y tienen a todos los visitantes atentos con el móvil para poder pillar el momento único para la foto.
Cuando acabamos de verlo todo, fuimos al Echadero de los Camellos, en el mismo parque de Timanfaya, donde se puede recorrer en camello la ladera de la montaña durante 20 minutos. El precio es de 6€ por persona, 12€ por camello, y los niños menores de 5 años no pagan y pueden ir en el regazo. El guía era muy amable y nos explicó todo lo que queríamos saber sobre los camellos, que pueden llegar a soportar ¡hasta 600kg! También tienen servicio de fotógrafo profesional durante el recorrido que por 5€ tomó una foto familiar en camello y es la foto de la que las niñas están más orgullosas.
Para comer, nos dirigimos hacia Playa Blanca, pueblo túrístico con varios resorts, mucha restauración y comercios. Se puede ir haciendo el camino de ronda hasta cansarse. No recuerdo el nombre del restaurante, uno entre tantos, ni bien ni mal.
Día 3. Sábado. Visitamos Jameos del Agua, por 10€ por persona, los menores de 5 años no pagan. Aquí ya nos dimos cuenta que había un pase de varias atracciones turísticas con el que se ahorra dinero y se puede comprar en la web oficial del link que te dejo, pero ya no nos compensaba.
Los Jameos del Agua son un tubo volcánico por el que corrió la lava procedente del Volcán de la Corona hacia el mar. El artista César Manrique lo habilitó en 1968. Se trata de un espacio único donde se mezclan naturaleza, arquitectura y artesanía. Pura belleza y paz.
Al acabar nos dirijimos a Órzola para comer, a pocos kilómetros. La carretera es impresionante, resto de lava por ambos lados y mínima vegetación, como si de un paisaje lunar se tratara. Desde Órzola se puede cojer un Ferry hasta la Isla la Graciosa. Nosotros optamos por no visitarla, para no agotar a las niñas con más caminatas. En vez de eso nos dirijimos montaña arriba hasta el Mirador del Río, un espacio creado también por el artista César Manrique, donde se puede ver la Isla de la Graciosa desde 400 metros de altitud. Entrada de 5€ por personas si no tienes el pase con descuento. Hay una tienda de recuerdos y un bar a parte de mirador.
Desde allí nos dirijimos a Haría, un pequeño pueblo interior donde se encuentra la Casa-Museo del artista César Manrique, aunque no nos dió la vida para visitarla. En vez de eso, optamo por tarde de helado y parque infantil en Haría. Nos volvimos pronto para Arrecife, y cenamos en el Restaurante La Rústica, también tienen local en Playa Blanca, que ofrecía pizza, pasta, hamburguesas y platos combinados a muy buen precio y porciones muy generosas. El local muy bonito y el servicio muy atento.
Día 4. Domingo. Día del Mercado de Teguise. Todo el pueblo de Teguise se transforma en mercadillo de productos artesanos (y no tan artesanos), un apartado pequeño de venta de verduras y frutas y algunos puestos de comida para llevar. Vale la pena llegar pronto, pues acude mucha gente. Aunque se habilitan varios parkings al lado de la carretera principal del pueblo, por 1,80€ puedes aparcar, cuanto más tarde llegues, más lejos aparcas. Después de recorrer el mercado, comimos pronto en el restaurante la Cantina. Fusiones gastronómicas, no solo isleñas. Local muy bonito, buena comida y servicio, y el precio relativamente bien.
Por la tarde, nos dirijimos hasta playa Papagayo, una cala preciosa y virgen situada en los alrededores de la punta de Papagayo, cabo al sur de Lanzarote, donde hay otras playas vírgenes, como la Playa Mujeres o Playa del Pozo, con vistas a la Isla de Fuerteventura. El camino de tierra no asfaltado hasta las calas se puede hacer largo si hay muchos visitantes. El parking es escaso comparado con la cantidad de visitantes que vimos, pero no era de pago. Encima de playa Papagayo hay un chiringuito, pero no está de más llevarse provisiones pues la capacidad es pequeña y el servicio lento si está lleno.
Día 5. Lunes. A petición de nuestra hija mayor, día de relax en casa y castillos de arena en la playa el Reducto, enfrente del aparatamento. Este es uno de los motivos principales por los que preferimos hospedarnos en apartamentos, porque los niños se cansan y necesitan un poco de rutina y normalidad para seguir adelante y no fustrarse. Aprovechamos para poner lavadora y comer en casa tranquilamente.
Por la tarde visitamos Puerto del Carmen, un pueblo más turístico enfocado sobretodo a los visitantes británicos, lleno de restaurantes y comercios. Nos tomamos un helado y recorrimos el paseo comercial y pronto se nos hizo hora de la cena, temprana, en el restaurante Balcón de Femés, que hay que reservar.
Femés es un pueblo interior a 450m de altitud desde donde se puede ver la puesta de sol. Comimos básicamente lo que nos recomendaron; una sopa de lentejas buenísima, porción de papas y pescado frito muy bueno. En cuanto a la puesta de sol, fue bastante nublada y desde el coche, en el mirador del pueblo, porque las niñas ya estaban muy cansadas, pero valdría la pena repetir en condiciones óptimas.
Día 6. Martes. Volvimos a Puerto del Carmen, esta vez para alquilar de bici de cuatro que vimos el día anterior. El pueblo tiene habilitado un carril bici estupendo desde Puerto del Carmen a Playa Honda, a lo largo de la costa y pasando por el Aeropuerto de Lanzarote, entre las pistas de aterrizaje y el mar. Es bonito poder ver los aviones desde cerca aterrizar y despegar, pues el aeropuerto es pequeño y concentra toda la actividad en una misma pista.
Día 7. Miércoles. Decidimos visitar las Cueva de los Verdes sin saber mucho qué esperar, nos informamos poco. Llegamos sobre las 10:30 y ya había mucha cola y el parking casi lleno. Los trabajadores del lugar, a diferencia de las otras atracciones que visitamos, no daban indicaciones claras de los turnos de visita ni sabías de antemano que el parking ya estaba lleno, así que la pequeña carretera hasta llegar al lugar, se iba acumulando de coches.
Pero tuvimos suerte, y después de esperar una hora, pudimos visitar la cueva, que es espectacular por dentro. Se trata de una formación volcánica secundaria a la erupción del Volcán Corona, como los Jameos del Agua, que se encuentran a tan solo unos metros de distancia, al lado del mar, pero en este caso habilitado por el artista Jesús Soto. La visita por la cueva dura unos cincuenta minutos y es bastante accesible, aunque en algunas zonas hay que agachar la cabeza o estar especialmente pendiente de los niños para que no se hagan daño, pero sin grandes peligros. La guía turística nos explicó un poco los orígenes de la cueva, los minerales que podíamos ver, cómo la habían usado los isleños como refugios o para guardar ganado. También nos sentamos en el auditorio habilitado para conciertos, con una acústica excepcional, y acabamos con una sopresa que solo conocerás si la visitas.
Para comer, seguimos la recomendación de unos amigos y comimos pronto en el Restaurante el Amanecer, en Arrieta. Conocido por su cocina autóctona, y por ello concurrido, con la mejor relación calidad-precio que encontramos en la isla. Y el servicio muy atento. Comimos un arroz caldoso buenísimo, pero una imagen vale más que mil palabras.
Después de la comida nos fuimos hasta Costa Teguise a tomar un helado, pasear por la playa y sobretodo pasar un rato más en el parque infantil, que es parada obligada para las niñas. Siendo nuestra última noche en Lanzarote, no fuimos pronto a casa a recoger las maletas y cenamos en frente de la Playa del Reducto de Arrecife.
Día 8. Jueves. Apenas aprovechable, puesto que el vuelo era pronto. Pero pudimos desayunar en Arrecife frente al mar, llegar al aeropuerto con tiempo y devolver el coche de alquiler y puntualmente coger el avión, semivacío y disfrutar de un vuelo con niños sorprendentemente tranquilo.
Espero que este post te sea útil si estás pensando o ya estás visitando Lanzarote con tus hijos. Todas las actividades dependerán del tipo de familia y también la época del año en que visites la isla; hay muchas actividades y parques acuáticos y temáticos en Lanzarote que no he mencionado.
Pero lo importante siempre es aprovechar el tiempo en familia con la mayor paz y calma posible. ¡Y a sumar recuerdos!