Cuando volví a poner un fonendo en la piel de un cuerpo desnudo, fueron mis pelos los que se pusieron de punta.
Cuando volví a escuchar el relato amargo de una vida a la deriva, fue mi alma quien se encogió.
Cuando volví a sostener una mirada penetrante y llena de dudas, fue mi voz la que tembló.
Pronto volverá el escudo que me protege, a mi, me, conmigo…
De mientras lloraré contigo.