Érase una vez una pequeña jardinera, muy orgullosa de su jardín.
El día 0 lo miró con amor y pensó, “aquí te voy yo a limpiar”.
Se vistió para la ocasión, se aprovisinó de todo el material que encontró y se puso manos a la obra.
Primero mimó a la hortensia, luego despreció a las malas hierbas para acabar enamorándose de las nuevas plantas y matas.
No dejó nada sin remover. Las arraigadas raices le quitaban hasta el sueño, pero sus ganas siempre podían más.
Descansó cuando hubo puesto la última piedra del cerco que delimita la tierra abonada del cemento estéril.
Y solo así, después de tanta mierda…
Se montó un festín que pa’ qué…
Reina de su jardín, la jardinera, con amor.
Gràcies, mare! 🙂
Ole, cordera.
Hay que decir que alguien se dislocó un hombro, arrancando mala hierba… jajaja