Día lluvioso el de hoy, una mierda de día gris. Después de llegar en taxi a trabajar y un día laboral interesante, nos hemos ido a comer con los visitadores de una empresa farmacéutica.
La invitación fue la semana pasada, gracias a la médico adjunta que me tutoriza y después de que me cargaran con venga de regalos: bolis, libros, trípticos informativos, muestras de medicamentos…
Sinceramente, siempre había tenido una actitud más bien negativa delante de los visitadores médicos. Es una relación comercial que parece poco ética en el campo de la medicina. Las compañías farmacéuticas tienen capital, tienen los fármacos, que es lo más importante, y usan esas dos cosas para sobrevivir. Pero cuando digo que tienen capital es porque son de las empresas que más cotizan. Y no hay mucha nobleza cuando te salen billetes por las orejas.
Si me centro en mi experiencia, la de la comida de hoy, por ejemplo, ha sido un encuentro entre amigos, que se conocen desde hace tiempo, por una relación laboral. Yo estaba ahí, intentando entender por qué estaba ahí, y lo he disfrutado.
Nosotros, como médicos, podemos beneficiarnos de las cosas buenas que ofrecen. A parte de las comidas, los regalos y la formación pagada, el otro día descubrí que algunos laboratorios también ofrecen a los médicos el servicio de análisis bibliográfico. Un artículo científico puede llegar a costar 300€. Si a ti te interesa investigar sobre un tema y una farmacéutica te dice que le des las palabras clave, que te busca y recoge los artículos, ¿tú qué dices? Pues yo diría que sí. El diablo no compra las almas cultas. 😉
Después de hoy, la verdad, creo que voy a estar menos a la defensiva. Cada uno con su trabajo, sin cargos de conciencia por nada, aprovechando lo mejor que ofrecen. Eso no quita, que siga viendo a las empresas farmacéuticas como monstruos a los que habría que cortar patas, pero a las pequeñas piezas de abajo que actuan localmente, no las vamos a ignorar, no?