Estamos encerrados. Nos habíamos perdido en medio de la nada para no volver. Pero volvimos.
Llegamos a la gran ciudad de Barcelona a ver a nuestros amigos.
Pero ahora, El Hombre y yo estamos encerrados.
Ofrecidos una cama donde dormir ayer caímos rendidos en ella, después de una cena FANTASTICA con amigos.
Mi amiga y su pareja, habían preparado una cama doble monísima, con todo lo que tenían.
Yo, al verla o de puro cansacio, cerré immediatamente los ojos al tocarla y desaparecí del mundo en un sueño rico, rico, rico…
Esta mañana amanecí con los ruidos de las motos y pajaritos que circulaban por la estrecha calle.
También con los movimientos perezosos del dueño de la casa, de un lado para otro recogiendo sus cosas para ir a trabajar.
El Hombre durmiendo, yo haciendo el gusanillo en cama hasta oir el último paso. Se cierra la puerta y pasa la llave. ¿Has cerrado? No puede ser… Me giro otra vez en mi cama calentita….
Pero evidentmente, lo primero que hago al despertarme es ir a comprobar la puerta. Cerrada con llave por fuera.
Rebusco por todos sitios. Llaves, llaves, por favor! Pero no sirven. No entran, no giran, no abren.
Mi amiga, no responde. De su pareja no tengo el número. Una amiga en común, que trabaja en el mismo lugar, nos va a salvar la vida. La va a intentar localizar.
El problema viene cuando ese lugar es un hospital y mi amiga, cirujana.
En medio del quirófano, por el teléfono manos libres de este, la una le comunica a la otra, que estamos atrapados. Me gustaría saber qué cara se les queda a todos. Sé que a ella no le hará gracia alguna, pero es una profesional.
Me comunica mi amiga salvadora que me llamará pronto, cuando salga de allí.
Y me ha llamado. Está llamando a su pareja y no contesta. También lo está haciendo su compañero de trabajo. Vamos, vamos, vamos!!! Al final… Dan con él. Creo que le habrá caído una bronca monumental… Solo me lo imagino. El pobre tendrá que salir a comer a las 11:30 para salvarnos.
Tenemos una hora fija. Yo ya puedo dejar de limpiar compulsivamente. Me relajo escribiendo.
Y nuestro salvador llega. Ya está. Somos libres después de tres horas de encierro. Nos reímos. Podemos seguir nuestras vacaciones, aunque la verdad, nunca se han acabado.