Hace como un mes, salimos a dar un paseo con El Hombre y al volver nos encontramos esta silla en el jardín de una casa en obras.

No tiene muy buena pinta, lo sé, pero pensamos que era la silla perfecta (en potencia) para nuestra cocina, en la que solo tenemos una silla, y cada mañana nos la disputamos. Decidido, los frikis del reciclaje se la llevaron para casa.

En principio la idea era lijarla para después pintarla con un color bonito. Luego vimos que tenía agujeros y partes rotas, así que necesitaba un poquito más que pintura, pero no nos echó para atrás.

Materiales

• Papel de lija
• Super Glue
• Pintura para madera
• Brocha
  

  
  

  

Con un poquito de Super Glue y trozos de madera sacados de piezas ya sobrantes, le fuimos dando forma al asunto.

Pero a medida que ibamos lijándola nos dimos cuenta que la madera lijada por si sola era bonita, sin necesidad de una capa de pintura. Así que así la dejamos y fui a la tienda a devolver la pintura. Eso que nos ahorramos, ¡tú!

A parte de ser un gran ejercicio anti-estrés, ahora ya podemos desayunar en paz, cada uno en su trono. Y por un módico precio 🙂