Hoy he atendido a muchos pacientes. Demasiados. Algunos no han recibido el trato que merecían, el tiempo era limitado, no, lo siguiente. Pero hay uno en concreto que me ha parecido eterno.
Siendo médica en la misma ciudad donde crecí, pasa de vez en cuando que doy con personas que conocí hace mucho tiempo y de golpe las vuelvo a ver, no siempre en sus mejores condiciones.
Qué dolor me ha llenado cuando he visto la lista de diagnósticos de esta persona y poco a poco me contaba, como quien no quiere la cosa, pinceladas de su vida.
No hace falta tener una gran relación, ni siquiera que esa persona se diera cuenta de nada.
El solo hecho de que se diera un encuentro inesperado, un intercambio de palabras, en la intimidad y la vulnerabilidad de una consulta médica, me ha llevado del pasado al presente por todos los caminos posibles que ambas podríamos haber escogido en menos de 2 minutos. Y son muchos los caminos…
Qué suerte la mía, no pararé de recordármelo.
así es