Fin de semana en familia en Montpellier

Hacía muchos meses que no salíamos de nuestra ciudad y la verdad es que, a pesar de que en menos de tres horas nos plantamos en Montpellier, fue como viajar a un lugar remoto, remoto…

Cuando viajamos en familia siempre optamos por la opción de tener cocina. Nuestros desayunos son temprano y las cenas ligeras, así que casi siempre limitamos los restaurantes a la hora de la comida, cuando normalmente nos encontramos explorando el lugar.

En esta ocasión optamos por un apartamento muy céntrico, en el casco antiguo de la ciudad. No preparado para familias con niños, la verdad; un dúplex con escaleras de piedra bonitas pero complicadas en un edificio antiguo sin ascensor. Mala combinación. Aún así, por estar en medio del meollo, optamos por él.

Bonito apartamento.

Como viajamos en coche, tuvimos el coche aparcado durante tres días en el parking más cercano, en la famosa Place de la Comédie, por 20€/día.

Llegamos sobre las cinco de la tarde de un viernes y nos fuimos directamente al apartamento a descargar el equipaje. Después salimos a descubrir las calles cercanas, a hacer la compra de desayuno y snacks durante el día y finalmente a cenar, ese día sí, de restaurante.

L’arrivée

Dimos con este pequeño restaurante libanés, con apenas 6 mesas, Tempo – mon bar à Falafel. Comida muy buena, servida en raciones muy generosas. El menú infantil, también, un acierto, así como el personal, atento y amable. El precio, digamos que francés, supongo.

Falafel. Foto de la web del resturante Tempo – Mon bar à Falafel

Apenas preparamos la excursión del sábado. Pensamos en caminar por todo el centro, casco antiguo, l’Écusson, que nos mostraba el mapa en papel, sin dejar de visitar las atracciones más destacadas.

Empezamos nuestro paseo matutino subiendo por Boulevard Ledru Rollin hasta llegar al imponente Arc de Triomphe justo delante de Promenade du Peyrou, el parque donde todavía reina Luis XIV, montado a caballo. También contiene el Châteu d’eau y el imponente acueducto de Saint-Clément. Fue una buena oportunidad para explicar a las niñas la importancia de la infrastructuras urbanas y la distribucuión de bienes básicos que muchas veces damos por sentado. Si entendieron la mitad, ya es mucho.

Ya de bajada, seguimos por el Boulevard Henri IV, dejando el Jardin des Plantes a la izquierda y nos dirigimos directo a la Facultat de Medicina, una de las más antiguas del mundo. Estaba muy emocionada en verla, porque tienen el Musée et Conservatoire d’anatomie, un museo de anatomia super antiguo pero que está bajo restauración hasta el setiembre del 2022 y no pudimos ver, aunque por lo que he leído en las reviews de Google, parece de difícil acceso. Y ese será, seguramente, un motivo para volver a Montpellier.

Pegada a la Facultat de Medicina, se encuentra la Catedral de Saint-Pierre, con esos dos pilares imponentes que probamos de abrazar con 8 brazos y aún así no llegamos a cubrir el diámetro. Y eso es sólo una fachada…

Facultad de Medicina al frente y Catedral de Saint-Pierre al fondo.
Foto de easyviajar.com

Desde allí, después de reponer fuerzas con mandarinas, empezamos a callejear por L’Écusson, que es en realidad el distrito por donde nos movimos todo el rato. Esto nos llevó unas horas. Vimos muchos bares y restaurantes, comercios, mercados. Paramos a comprar aperitivo en Halles Castellane, un mercado céntrico con paradas de comida de varios tipos, y seguimos el paseo.

Habíamos leído que teníamos que pasar por la Rue du Bras de Fer, y así lo hicimos, una callejuela con escaleras y bares con mucho encanto, y de allí llegamos a la iglesia de Saint-Roch, rodeada de un parque infantil y restaurantes, en fin de semana, un buen ambiente donde las familias salen a comer. Pero decidimos seguir andando, esta vez cogiendo Rue du Faubourg du Courreau, totalmente diferente estilo. Comercios más grandes y restaurantes más variados, dirigidiéndonos, como no, hasta otro pequeño restaurante libanés, Le sage libanais, que más que un restaurante es un establecimiento de comida rápida, donde comimos manakish (ellos lo llaman sage). Nosotros vamos a lo que vamos…

Al volver para el apartamento para un descanso de rigor, sobre las tres de la tarde, en la misma Rue du Faubourg du Courreau paramos en una tienda de ropa de segunda mano, muy chula, que en realidad son dos, una para hombre y otra para mujer, que se llamaba BRAD. El vendedor, un british man instalado en la ciudad desde hace más de 30 años, nos dio muchas ideas de lo que ver fuera de Montpellier. Recomendaciones que seguiríamos el domingo.

Después de un buen descanso, nos dirigimos hacia la Place de la Comédie, presidida por la ópera, plaza emblemática por la que pasamos varias veces; para ir al súper, al párking… Está llena de gente durante todo el día, especialmente el fin de semana. El ambiente es festivo, con artistas de calle por todas partes para entretenerte, a parte de unos caballitos estilo Mary Poppins para los niños. Esta vez la cruzamos, para ir al parque infantil en Esplanade Charles de Gaulle, donde pasamos el resto de la tarde hasta que cansamos a las bestias.

Parque infantil en Esplanade Charles de Gaulle

El domingo pasamos todo el día en las afueras de Montpellier, en Marché du Lez, una de las recomendaciones del vendedor enrollado que he mencionado.

Es un complejo comercial a las afuera de Montpellier, al que se puede llegar en bici por un carril al lado del río Lez, del que recibe el nombre, en tranvía, como hicimos nosotros, o en coche. Contiene múltiples establecimientos de restauración en el interior, con espacios comunes para comer, food trucks en el exterior, paraditas de ropa o bisutería, tiendas de decoración, para niños, de bicis de motos… También hay varias zonas de picnic y un skate park.

Escoger qué comer ya lleva un tiempo, y entre que lo comes y lo digieres, se nos fue la mañana y parte de la tarde, paseando por la ladera del río. La verdad es que es un sitio ideal para todos, incluso familias, y si te sale un día de sol, aún más.

Skate park de Marché du Lez

Otras recomendaciones que nos dieron para visitar a las afuera de Montpellier, fueron las salinas rosas y en general todo el parque natural de Camargue.

Tenemos la intención de ir conociendo el sur de Francia, así que nos lo apuntamos para la siguiente visita.

Espero que os haya sido útil.

Au revoir!

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