Es curioso como me entra ansiedad al ver como dos personas se acercan al hablar, se abrazan y se besan en una serie de Netflix. También al ver un restaurante repleto o una boda o un concierto. Sobretodo un concierto. ¡Qué agobio, por favor!
Pero esta mañana, a pesar de que he cogido la mascarilla de manera automatizada al coger las llaves, me he sorprendido al ver que (solo por unos minutos, no nos vayamos a flipar…) no llevaba la mascarilla puesta en la calle. ¡Se me había olvidado! ¡Señores, se me he olvidado la mascarilla!
Y automáticamente he pensado, ¡hay esperanza! ¡No estoy tan mal! Todavía recuerdo mi vida pre-pandemia. La vieja normalidad. La cara lavada y limpia y el frío en ella. Y me ha entrado la risa
Me he tenido que forzar el chip de pandemia y ponerme la mascarilla. Increíble.
Mascarilla, te ignoro y soy feliz.
Bravo!!!
Jose Quintano